Tratamiento de conductos radiculares utilizando instrumentación rotatoria. La instrumentación rotatoria permite utilizar un menor número de limas y dar una mayor conicidad que facilite la limpieza del conducto y su posterior obturación.
Tratamiento de conductos radiculares utilizando instrumentación rotatoria. La instrumentación rotatoria permite utilizar un menor número de limas y dar una mayor conicidad que facilite la limpieza del conducto y su posterior obturación.
La gutapercha es el material de relleno del conducto radicular usado con más frecuencia. Es un polímero cristalino lineal que se fusiona a una temperatura fija, provocando un cambio aleatorio pero característico de la estructura. Se produce naturalmente como 1,4-poliisopreno y es más duro, más frágil y menos elástico que la goma natural. La fase cristalina existe en dos formas: la fase a y la fase b. Las dos formas sólo difieren en la distancia de repetición molecular y en el tipo de enlace único. La forma a es el producto natural obtenido del árbol. Una vez procesada, esta forma se conoce como b, que es la utilizada para rellenar los conductos radiculares. La gutapercha experimenta transformaciones de fase al ser calentada. Así, cuando aumenta la temperatura, aproximadamente a los 46 °C se produce una transición desde la fase b hasta la a. Después, entre 54 y 60 °C, el material entra en una fase amorfa. Cuando se enfría muy lentamente (alrededor de 0,6 °C/h), la gutapercha cristaliza hasta la fase a. El enfriamiento normal devuelve la gutapercha a la fase b. Los conos de gutapercha se ablandan por encima de los 64 °C139,333. La gutapercha se puede disolver con facilidad en cloroformo y en halotano y menos en turpentina o xylene.
Los modernos conos de relleno contienen un 20% de gutapercha. El principal componente es el óxido de cinc, que constituye entre el 60 y 75% del material. El 5-10% restante corresponde a diversas resinas, ceras y sulfatos metálicos. En general, el contenido específico de cada producto es un secreto de fabricación. Se ha sugerido el empleo de gutapercha antiséptica, con diversos fármacos antimicrobianos añadidos, y existen varios estudios respecto al efecto de estos aditivos Puesto que la gutapercha no se puede esterilizar, se deben usar otros métodos para la descontaminación. El método más práctico consiste en desinfectar la gutapercha con NaOCl antes de usarla. Esto se puede hacer sumergiéndola durante 1 min en una solución de NaOCl al 5%. Sin embargo, después de esta desinfección y antes de utilizarla en obturación, es imprescindible irrigar la gutapercha con alcohol etílico para eliminar el NaOCl cristalizado antes de usar el producto para la obturación; la presencia de cristales de NaOCl sobre la gutapercha altera el sellado del conducto.
La obturación con gutapercha requiere algún tipo de presión de compactación, pero la compresión real de la gutapercha es prácticamente imposible. La presión aplicada durante la obturación del conducto radicular no comprime la gutapercha, sino que compacta los conos de gutapercha para tener una obturación más completa tridimensional del sistema de conductos radiculares.
Junto con el diagnóstico y la planificación del tratamiento, el conocimiento de la morfología más común de los conductos radiculares y de sus variaciones frecuentes es un requisito básico para el éxito de la endodoncia. El significado de la anatomía del conducto ha sido subrayado por estudios en los que se demostró que las variaciones de la geometría del conducto antes de la conformación y limpieza, tenían mayor efecto sobre los cambios ocurridos durante la preparación que las técnicas de instrumentación.
Algunos autores, utilizando dientes diafanizados en que se teñían los conductos radiculares con colorante hematoxilina, encontraron un sistema de conductos mucho más complejo: identificaron ocho configuraciones del espacio pulpar, que se pueden resumir así
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